DR. PEDRO MIGUEL ESCALANTE
Facultad de Medicina / Universidad Nacional Autónoma de México
RESUMEN
Las parasitosis intestinales representan un problema de salud importante en casi todo el mundo, con especial énfasis en aquellos en vías de desarrollo. Su forma de transmisión es variada y repercute negativamente en distintos órganos y sistemas de quien las padece. Los parásitos intestinales se clasifican en protozoos y helmintos, y ambos producen un gran número de alteraciones y manifestaciones clínicas, que no deben ser obviadas por el médico tratante debido a sus posibles complicaciones, que van desde un bajo rendimiento escolar hasta situaciones clínicas que pueden poner en peligro la vida. La importancia de la desparasitación periódica por medio de medicamentos de dosis única es innegable y debe ir acompañada de medidas sanitarias que permitan evitar el desarrollo de estas patologías.
Palabras clave:
parasitosis intestinal, complicaciones, desparasitación, albendazol
ABSTRACT
Intestinal parasites represent a major health problem in most of the world, most notably in developing countries. Its form of transmission is varied and negatively affects different organs and systems of those suffering from them. Intestinal parasites are classified into protozoa and helminths, and both produce a variety of alterations and clinical manifestations, which should not be ignored by the treating physician due to their possible complications, ranging from poor school performance to life-threatening clinical situations. The importance of periodic deworming using single-dose medications is undeniable and must be accompanied by sanitary measures to prevent the development of these pathologies.
Keywords:
intestinal parasitosis, complications, deworming, albendazole
Se denomina parasitismo
a la asociación de un ser menos evolucionado con otro más evolucionado. Gracias a dicha sociedad, el parásito vive a expensas del hospedador. De esta forma, el parásito amplía su capacidad de supervivencia y el hospedador sufre un daño (esto último es lo que le diferencia del comensalismo, en el que el hospedador no sufre perjuicio).
Las parasitosis intestinales son infestaciones de parásitos, cuyo hábitat habitual es el tracto digestivo del hospedador. Los parásitos adultos, los huevecillos o las larvas suelen detectarse en las heces del hospedador, pero su ciclo vital suele ser complejo; puede extenderse por el aparato respiratorio y, en muchas ocasiones, vivir fuera del hospedador en su fase de quiste. Su mecanismo de transmisión suele ser a través de alimentos o agua contaminada y durante su ciclo vital puede pasar por varios hospedadores (humanos o animales).
Desde el punto de vista etiológico, las parasitosis intestinales engloban las parasitaciones del tubo digestivo producidas por protozoos y por helmintos, ya sean nematodos, trematodos o cestodos. Estas enfermedades tienen una enorme importancia mundial, en especial en países tropicales y subtropicales dónde son más prevalentes, aunque el auge de los viajes a otros continentes y el aumento progresivo de la inmigración y de la adopción internacional han aumentado el riesgo de aparición de parasitosis intestinales en los países desarrollados. En el cuadro 1 se enumeran los parásitos intestinales más relevantes y se indica además su forma de transmisión.
Cuadro 1
Modo de transmisión de parásitos intestinales. Modo de transmisión desconocido, posible asociación con Enterobius vermicularis. b Hymenolepis nana, oral-fecal; Hymenolepis diminuta, ingesta accidental de artrópodos. c Taenia saginata, ingesta de carne vacuna cruda o poco cocinada; Taenia solium, ingesta de carne porcina cruda o poco cocinada. d Helmintos tisulares, pero sus huevecillos pueden encontrarse en heces. e Ingesta de plantas acuáticas (p. ej., berros).
Las parasitosis intestinales son infecciones del tubo digestivo que pueden producirse por la ingestión de quistes de protozoos, huevecillos o larvas de gusanos o por la penetración de larvas por vía transcutánea, desde el suelo. Cada parásito realiza un recorrido específico en el hospedador y afecta a uno o varios órganos, según sea este recorrido. Estas infecciones se pueden clasificar según el tipo de parásito y la afectación que provoquen en los diferentes órganos y sistemas; esto puede apreciarse en el cuadro 2.
Cuadro 2
Clasificación de las principales parasitosis intestinales.
Epidemiología
La prevalencia de las parasitosis intestinales, la contaminación fecal del suelo, agua y alimentos son y serán un problema de salud pública en los países en vías de desarrollo, donde afectan a personas de todas las edades.
Aunque no existe una estudio nacional que haya determinado la incidencia y frecuencia de las parasitosis intestinales en México, algunos trabajos como el de Flores et al. han intentado determinar la presencia de parásitos en grupos vulnerables. En este análisis, encontraron que los niños y los estudiantes son más propensos a presentar enfermedades parasitarias debido a la ingesta de alimentos que se encuentran contaminados o que, durante su elaboración, no se realizan con las medidas de higiene adecuadas, por lo que estos grupos pueden presentar parásitos que afectan su salud y por lo tanto su calidad de vida. Además, en la población infantil es común que no acostumbren el lavado de manos y muchas madres no están conscientes de la desparasitación que debe hacerse con los pequeños en forma periódica. Por otro lado, señalan que los estudiantes y personas (trabajadores de distintos ámbitos) que acostumbran ingerir alimentos fuera del hogar no consideran la desparasitación anual, aun cuando consumen alimentos elaborados con poca higiene.
En otro estudio nacional, realizado por Martínez et al., se señaló que la prevalencia de enteroparásitos en adultos mayores varía notablemente en los diferentes estratos socioeconómicos, dependiendo de la concatenación de factores como la baja autoestima, sentimientos de inutilidad y sentimientos recurrentes de culpa que afectan su vida cotidiana, familiar y social, así como con las condiciones de saneamiento básico disponibles y los factores socioeconómicos y culturales en los que se encuentran. Los efectos de las parasitosis intestinales en este grupo de población se ven agravados cuando además existen deficiencias inmunitarias y nutricionales o enfermedades crónico-degenerativas e invalidantes. La alta prevalencia de infecciones intestinales en este grupo etario se explica por el mecanismo de transmisión inherente de estas infecciones, puesto que todas se transmiten por contaminación fecal de heces humanas y reservorios animales, pero difieren entre sí epidemiológicamente debido a que el mecanismo de diseminación de los geohelmintos es la contaminación fecal de la tierra con huevecillos de nematodos evacuados por humanos o animales infestados.
En este estudio se encontró una elevada prevalencia de enteroparásitos patógenos y comensales y pocos helmintos intestinales en personas mayores residentes de una alcaldía del oriente de la Ciudad de México. Con estos datos, los autores sugirieron incorporar a los adultos mayores en la Campaña Nacional de Desparasitación, sobre todo a quienes viven en zonas endémicas con mayor marginación y vulnerabilidad, con poco acceso a los servicios de salud y, por supuesto, con mayor riesgo de padecer parasitosis intestinales.
Tapia et al. realizaron un estudio para analizar los resultados del laboratorio de parasitología clínica del Hospital Infantil de México Federico Gómez, de enero de 1990 a diciembre del 2010, a fin de investigar la frecuencia y distribución de parásitos y comensales por año y década. Para ello analizaron 211,600 muestras del periodo estudiado, con una media anual de 10,100 y desviación estándar de 3,500. El porcentaje de parásitos y comensales fue de 37.73% y la frecuencia de positividad sólo a parásitos fue de 21.4%. La diferencia de proporciones entre décadas resultó significativa, con una p < 0.0001. La tendencia en el comportamiento de las parasitosis intestinales durante el periodo estudiado mostró un cambio tanto en frecuencia como en género y especie de los agentes informados, pero la indicación de los autores fue la gran prevalencia de estas enfermedades parasitarias en nuestro país a pesar de los avances en cuanto a diagnóstico y tratamiento.
Clasificación
Las parasitosis intestinales se dividen en dos grandes grupos, que se presentan en el cuadro 3.
Protozoos.
Son organismos unicelulares con un ciclo vital complejo que puede atravesar diferentes fases en distintos hospedadores o hábitat. Casi todos presentan una fase de quiste muy resistente. Pueden transmitirse a través de agua contaminada y alimentos, o a través de las manos, carne cruda o poco cocinada. Los más frecuentes en nuestro medio son Entamoeba histolytica (ameba), Giardia lamblia (flagelado), Cryptosporidium (coccidios) y Blastocystis hominis.
Helmintos.
Se reproducen por medio de huevecillos. Los cestodos son gusanos planos, formados por tres partes: escólex (destinado a la fijación), cuello o zona de crecimiento y estróbilo (formado por proglótides o segmentos). Las larvas pueden ocupar los tejidos del hospedador y el gusano adulto se localiza en su tubo digestivo. Puede haber uno o varios hospedadores intermediarios, que ingieren los huevecillos y desarrollan las larvas en sus tejidos. El hospedador definitivo ingiere las larvas y desarrolla el gusano adulto en su tubo digestivo. Los más frecuentes son Taenia solium y Taenia saginata.
Los trematodos son gusanos monoicos y tienen morfología aplanada o de hoja. Su mecanismo de transmisión suele ser por medio de pescado o crustáceos poco cocinados, verduras u otros alimentos. Son endémicos en países orientales. Los más frecuentes son Fasciola hepatica y Schistosoma.
Por su parte, los nematodos son gusanos cilíndricos alargados, dioicos, de metabolismo anaerobio. Su ciclo es variable, en general existe un único hospedador. Las larvas pasan de un hospedador a otro directamente o después de un periodo de vida libre. También puede transmitirse mediante la ingestión de los huevecillos. Los más frecuentes son Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis, Anisakis simplex y Trichuris trichiura.
Todos los helmintos en humanos son patógenos. De los protozoos, lo son todos los coccidios, Entamoeba histolytica, Balantidium coli, Giardia lamblia y Dientamoeba fragilis.
Manifestaciones clínicas
En muchos casos sus manifestaciones clínicas pueden pasar inadvertidas, son asintomáticas y se resuelven de forma espontánea y en otros pueden causar complicaciones graves. La sintomatología con la que cursan es típicamente de tipo digestiva.
Los síntomas pueden variar, desde un cuadro de dolor abdominal leve, diarrea autolimitada, náusea o una combinación de ellos, vómito o episodios de estreñimiento, hasta cuadros más complicados que coexisten con diarrea crónica, síntomas dispépticos, estados de desnutrición y malabsorción (G. lamblia, Isospora belli, Capillaria phillippinensis).
Complicaciones
Los efectos de la parasitosis intestinal sobre el hospedero pueden ser muy variados, desde leves hasta graves, por ello es importante que el médico no soslaye la presencia de estas alteraciones. Un estudio latinoamericano tuvo como objetivo examinar la relación entre la infección por enteroparásitos y el desarrollo nutricional y cognitivo de una población escolar infantil en una institución educativa. Fueron incluidos escolares de entre 6 y 14 años de edad, de uno u otro género, de segundo a sexto grado de educación primaria.
Las técnicas diagnósticas parasitarias fueron el examen directo en fresco, sedimentación espontánea y flotación en cloruro de sodio. Los datos sobre factores predisponentes (condiciones sociodemográficas, económicas, ambientales, higiénicas, conocimientos y actitudes) fueron obtenidos por encuesta a los padres o tutores. El estado nutricional se obtuvo mediante el índice de masa corporal (IMC) y para el rendimiento académico se recurrió al término medio general.
La prevalencia global de parasitosis fue del 53%, levemente superior en las niñas (54%). Se observó mayor frecuencia de monoparasitosis (27.2%) y menor frecuencia (6%) de helmintos; Giardia lamblia (35.3%) seguido por Blastocystis hominis (33.7%) fueron los parásitos más frecuentes. Hymenolepis nana (6%) fue la única especie de helminto encontrada. No hubo asociación entre la parasitosis y el estado nutricional, pero sí con el desempeño escolar, siendo el promedio general significativamente menor en los escolares con parasitosis (3.3 ± 1.1) que los no parasitados (3.8 ± 1.0). Los autores concluyeron que los escolares que registraron una alta prevalencia de parasitosis mostraron además un peor desempeño escolar.
Cada uno de los parásitos descritos en este trabajo conlleva distintos tipos y grados de complicaciones. En esta revisión se mencionan sólo dos de estos parásitos, dejando para otro trabajo el que quizá es el más común en nuestro país: Entamoeba hystolitica. En Chile se llevó a cabo un estudio para determinar la relación del síndrome de intestino irritable (SII) y las distintas parasitosis intestinales. Si bien en otras naciones se ha informado esta relación específicamente con amebiasis y giardiasis, la prevalencia en este país de Blastocystis hominis, un protozoario que en nuestro país incluso se le ha relacionado con trastornos alérgicos, fue el agente causal del SII, con un modo de transmisión común de estos parásitos, esto es, a través del agua y la ingesta de alimentos contaminados.
El caso de Ascaris lumbricoides (fig. 1) ha merecido varios artículos respecto a sus complicaciones. De un centro hospitalario uruguayo se publicó la presencia de este helminto en niños que habitaban en viviendas precarias; la mayoría de ellos carecía de saneamiento y baño interno. Las complicaciones relacionadas con la presencia de este parásito fueron abscesos múltiples pulmonares y hepáticos, síndrome suboclusivo, oclusión intestinal, síndrome de Loffler, peritonitis biliar por perforación del conducto hepático común y colangitis. En estos casos, los síntomas abdominales fueron los más frecuentes.
En Colombia se publicaron tres casos clínicos de niños atendidos en el Hospital Universitario San José de Popayán en Cauca, que fueron atendidos por una infección grave causada por Ascaris lumbricoides. La gravedad de su infestación tuvo como consecuencia en el primer caso una colangitis aguda, en el segundo caso una obstrucción intestinal con peritonitis generalizada y en el tercero una perforación intestinal y choque séptico.
Tratamiento
Aunque la gama de fármacos antiparasitarios es extensa e incluye antibióticos como ciprofloxacino (para casos específicos de Cyclospora cayetanensis), uno de los medicamentos de uso más extendido debido a su amplio espectro es albendazol.
Albendazol es un carbamato de benizmidazol con actividad antihelmíntica polivalente y contra protozoarios y resulta eficaz para el tratamiento de los siguientes parásitos intestinales y de los tejidos:
Vital: la desparasitación periódica
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud, WHO), los programas de desparasitación periódica con un tratamiento de una sola tableta pueden reducir drásticamente el sufrimiento de las personas infestadas con parásitos intestinales y proteger a los 1,500 millones de personas que actualmente se estima que están en riesgo. Cuatro especies principales de gusanos intestinales (también conocidos como helmintos transmitidos por el suelo) afectan a casi una cuarta parte de las personas más pobres y en su mayoría marginadas del mundo. Constituyen un importante problema de salud pública porque los gusanos alteran la capacidad de las personas para absorber nutrientes, lo que impide el crecimiento y el desarrollo físico de millones de niños. La OMS ha promovido durante mucho tiempo el tratamiento a gran escala de las lombrices intestinales, pero hace poco se estableció la primera directriz aprobada por el Comité de Revisión de Directrices de la OMS, que confirma que la desparasitación mejora la salud y la absorción de nutrientes de los niños muy infestados (https://www.who.int/news/item/29-09-2017-who-recommendslarge-scale-deworming-to-improve-children-s-health-and-nutrition).
Hoy, existe un consenso mundial basado en la evidencia de que la desparasitación periódica a gran escala es la mejor manera de reducir el sufrimiento causado por las lombrices intestinales. Sin embargo, de igual forma es muy importante mejorar la higiene básica, el saneamiento, la educación sanitaria y el acceso a agua potable, como ha señalado el director de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la OMS.
Comentario
Las enfermedades parasitarias intestinales representan un problema de salud pública muy importante y grave entre la población de todas las edades. Su identificación oportuna, manejo y el establecimiento de medidas de prevención (como son la desparasitación periódica y el mejoramiento de servicios sanitarios) resultan trascendentales para evitar la larga lista de complicaciones que conlleva un tema que incluso para muchos facultativos resulta menor y que sin embargo incide en patologías que van desde la baja de rendimiento escolar hasta trastornos que pueden poner en peligro la vida o el futuro de quien los padece.
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