06 may 2024
Resumen
Prácticamente durante todo el año, y en especial en los meses en los que la radiación solar es intensa, la población expuesta a estos ambientes puede desarrollar diversas alteraciones, incluyendo manchas hiperpigmentadas conocidas como lentigos. Si bien en términos generales pueden considerarse lesiones benignas, algunas pueden evolucionar a trastornos más agresivos, sin obviar la preocupación que despiertan en la persona por el aspecto estético que pueden generar. Desde el punto de vista histológico, los lentigos se caracterizan por una hiperpigmentación en la capa basal de la epidermis, con proliferación de melanocitos, acantosis y elongación regular de las crestas interpapilares epidérmicas. Su prevención es el primer paso importante para el tratamiento de estas lesiones y para ello resulta fundamental utilizar un protector solar de amplio espectro para evitar su aparición o prevenir la aparición de nuevas.
Palabras clave: exposición solar, lentigo, efélides, protección solar
Abstract
Practically throughout the year, and especially in the months when solar radiation is intense, the population exposed to these environments can develop various alterations, including hyperpigmented spots known as lentigines. Although, in general terms they can be considered benign lesions, some can evolve into more aggressive disorders, not mentioning the concern they arouse in the person due to the aesthetic appearance they can generate. From a histological point of view, lentigines are characterized by hyperpigmentation in the basal layer of the epidermis, with proliferation of melanocytes, acanthosis, and regular elongation of the epidermal interpapillary ridges. Its prevention is the first important step in the treatment of these lesions, and for this it is essential to use a broad-spectrum sunscreen to prevent their emergence or prevent the emergence of new ones.
Keywords: sun exposure, lentigo, ephelides, sun protection
Introducción
Habitualmente durante el verano, las manchas de hiperpigmentación, conocidas como lentigos solares, tienden a resaltarse, en especial en las mujeres. Infortunadamente, este fenómeno se registra hoy no solo en épocas veraniegas, sino casi durante todo el año. La Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) aconseja vigilar la posible aparición de estas manchas en todas las estaciones. Estas lesiones, comúnmente denominadas “manchas de la edad”, suelen manifestarse en las áreas de la piel más expuestas al sol, como la cara, el escote, el cuello, los brazos o el dorso de las manos.1
Estas manchas se forman debido a la exposición acumulada a la luz ultravioleta, tanto del sol como de las camas de bronceado. Aunque son más comunes en personas mayores de 50 años, también se observan con frecuencia en adultos jóvenes, especialmente si han estado expuestos en exceso al sol o tienen una piel particularmente sensible al daño solar.1
La piel
El tono de piel conlleva significados socioculturales importantes. Mientras que en las poblaciones caucásicas el bronceado se suele asociar con la belleza y la salud, en otras partes del mundo, donde prevalecen personas de piel más oscura, ocurre lo contrario, y la exposición al sol suele evitarse. El color saludable de la piel resulta de una combinación de tres colores: rojo (debido a la hemoglobina oxidada), azul (por la hemoglobina reducida) y marrón (producido por las melaninas, responsables de la pigmentación natural de la piel).2
Las melaninas son polímeros biológicos con una estructura química compleja y son los principales determinantes del color de la piel y del cabello. Estos pigmentos están presentes en todas las personas en combinaciones complejas que dan lugar a una amplia gama de tonos de piel. Se reconocen dos tipos principales de melaninas:
1. Eumelaninas, que contienen azufre y generan los tonos más oscuros.
2. Feomelaninas, que contienen una mayor proporción de azufre que las eumelaninas y son responsables de las tonalidades más claras de la piel.2
Estas sustancias se producen en los melanocitos, células ubicadas en la capa basal de la epidermis y en la matriz del folículo piloso. Dentro de estos melanocitos se encuentran gránulos llamados melanosomas, que, al llenarse de pigmentos, son transferidos a los queratinocitos cercanos. A través del proceso de renovación epidérmica, estos queratinocitos migran hacia la superficie de la piel, llevando consigo los pigmentos y otorgando así a la piel su color característico.2
La melanogénesis es el conjunto de procesos que regulan la formación de los diferentes tipos de melaninas. Este proceso complejo está influenciado por la luz ultravioleta, los estímulos hormonales y los factores genéticos. Involucra una serie de oxidaciones de la tirosina a DOPA (dihidroxifenilalanina), catalizadas por la enzima tirosinasa, que posteriormente generan un compuesto intermedio común, la dopaquinona, a partir del cual se producen tanto las eumelaninas como las feomelaninas.2
A pesar de los beneficios que las radiaciones solares pueden tener para el organismo, como la formación de vitamina D y su efecto positivo en el estado de ánimo y en algunas afecciones dermatológicas como el acné, la psoriasis y el eccema atópico, una exposición descontrolada a estas radiaciones conlleva una serie de efectos negativos significativos. Estos incluyen el fotoenvejecimiento, la fotocarcinogénesis, diversas fotodermatosis y, en última instancia, alteraciones dermatológicas que van desde cambios en la pigmentación cutánea hasta la aparición de tumores malignos como el melanoma.2
Lentigos
Los lentigos son afecciones epidérmicas benignas que se caracterizan por un aumento en el número de melanocitos y en la producción de melanina. Clínicamente, se manifiestan como pequeñas manchas hiperpigmentadas, de tonalidad marrón a negra, por lo general uniformes y bien definidas, con un diámetro típicamente menor a 5 mm y ubicación variable.3
Hay dos tipos principales de lentigos: los simples, que pueden aparecer en cualquier parte de la piel mucosa o cutánea, y los solares (fig. 1), actínicos o seniles, que se desarrollan exclusivamente en áreas expuestas a la luz solar, inducidos por la radiación ultravioleta.3
Desde el punto de vista histológico, los lentigos se caracterizan por una hiperpigmentación en la capa basal de la epidermis, con proliferación de melanocitos, acantosis (aumento en el grosor de la capa epidérmica) y elongación regular de las crestas interpapilares epidérmicas. En algunos casos, puede observarse incontinencia pigmentaria con presencia de melanófagos en la dermis papilar.3
Figura 1. Lentigo solar.
Es importante diferenciar los lentigos de las efélides o pecas, que también aparecen en áreas expuestas al sol y muestran un aumento en la cantidad de melanina, pero no en el número de melanocitos.3
Los lentigos son motivo de preocupación significativa para muchos pacientes debido a su impacto estético. En ocasiones, no solo se presentan como lesiones únicas, sino que también pueden aparecer en múltiples áreas, lo que tiene un efecto tanto a nivel personal como físico, social y psicológico.4
Fisiopatología
Diversos estudios han encontrado que en la fisiopatología de los lentigos solares se observa un incremento en los queratinocitos circulantes, los cuales activan citocinas estimuladoras de los melanocitos, formando así una red compleja de señalización paracrina mediada por citocinas melanogénicas.
Entre las principales citocinas implicadas en esta afección se encuentran la endotelina 1 (EDN-1), la prostaglandina E2, el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF), la propiomelanocortina (POMC), el factor de crecimiento de los queratinocitos (KGF), el factor de células madre derivadas de la médula ósea (mSCF), el factor de crecimiento relacionado con el oncogén (HGF) y el factor de crecimiento básico de fibroblastos (bFGF). Todas estas citocinas están involucradas en la activación paracrina de los melanocitos, lo que resulta en una estimulación de la epidermis lesionada en el lentigo solar.
Otros trabajos han demostrado que factores como el bFGF, el factor de necrosis tumoral alfa, la endotelina tipo I y el factor de crecimiento relacionado con el oncogén están sobreexpresados en los queratinocitos humanos expuestos a los rayos ultravioleta (UVB). Estos factores, a través de sus receptores, estimulan la melanogénesis, la señalización paracrina y la proliferación de melanocitos, lo que clínicamente se traduce en la formación de las máculas características del lentigo solar.
Epidemiología
Los lentigos solares se presentan en alrededor de un 85 a 90% de las personas mayores de 60 años y en el 20% en menores de 20 años; en términos generales se les considera de etiología benigna, con predominio en aquellos fototipos claros, aunque pueden observarse en pieles trigueñas y en la raza negra.4
Como se señaló al inicio, las principales zonas de aparición son las fotoexpuestas, esto es, dorso de las manos, mejillas, frente, tronco y extremidades. Su tamaño es variable; las más grandes suelen aparecer preferentemente en la cara, debido a que es la zona de exposición más continua al sol a lo largo de la vida.4
El diagnóstico de lesiones pigmentadas planas en la cara, sobre todo en piel crónicamente expuesta al sol, es un desafío para los dermatólogos. Clínicamente, estas lesiones se presentan como manchas pigmentadas adquiridas, que van desde tonos marrones hasta negros, con bordes irregulares y un crecimiento lento. Siempre existe una preocupación por el diagnóstico de melanoma en estas lesiones y los diagnósticos diferenciales que se consideran incluyen el lentigo solar (o queratosis seborreica plana), la queratosis actínica pigmentada y la queratosis liquenoide.5
Lentigo senil
El lentigo senil se manifiesta como una mancha bien definida después de una exposición prolongada o repetida al sol. Es más común en personas de edad avanzada y afecta al 90% de los individuos de ascendencia blanca mayores de 60 años, con fototipos de piel entre I y III. La incidencia de estas manchas aumenta con la edad. Las manchas más claras tienden a tener un color uniforme, mientras que las más oscuras pueden ser más moteadas (fig. 2).2
Figura 2. Lentigo senil.
Aunque estas lesiones suelen aparecer en áreas de la piel expuestas al sol de forma crónica, también pueden surgir de manera aguda después de una quemadura solar. Para su diagnóstico diferencial se deben considerar otras afecciones como efélides (pecas), lentigo maligno, queratosis seborreicas planas, queratosis actínicas pigmentadas, nevus melanocíticos junturales y acantoma de células gigantes.2
El lentigo senil es principalmente un problema estético y no requiere tratamiento urgente. Sin embargo, los pacientes que lo deseen pueden optar por tratamientos como la crioterapia o el láser para su eliminación.2
Diagnóstico diferencial
Para distinguir el lentigo solar de otras afecciones como la queratosis seborreica, el lentigo maligno y las efélides (fig. 3), existen algunas características clave a tener en cuenta. Por ejemplo, la queratosis seborreica se diferencia del lentigo solar por presentar máculas escamosas con una superficie queratósica. Por otro lado, el lentigo maligno se caracteriza por tener un diámetro mayor a 5 mm, una pigmentación heterogénea y, en la histología, se pueden observar melanocitos displásicos o atípicos.4
Las efélides son diferentes del lentigo solar en que pueden estar presentes desde el nacimiento y suelen tener un número reducido de melanocitos hiperplásicos.4
Figura 3. Efélides.
Manejo
Si bien el tratamiento, en términos generales, es discreto y depende mucho del deseo del paciente por eliminar sus lesiones, se dispone hoy de diversas opciones para su manejo, como los retinoides, inhibidores de la tirosinasa, corticoides, antioxidantes, distintas formas de exfoliación y terapia con láser, cada una con distintos grados de indicaciones y grado de eficacia.4
No obstante, la prevención es el primer paso importante para el tratamiento de estas lesiones y para ello es fundamental utilizar un protector solar de amplio espectro para evitar su aparición o prevenir la aparición de nuevas. Es aconsejable seleccionar un protector solar adecuado para el tipo de piel y que sea respetuoso con el medioambiente. El médico debe brindar orientación sobre la elección del protector solar más adecuado para cada individuo. Además del protector solar, se debe tener en cuenta la protección proporcionada por la ropa, como gorras o sombreros, gafas de sol y evitar la exposición directa al sol durante las horas centrales del día.1
Al considerar la compra de un protector solar, es esencial no solo prestar atención al índice de protección UVB (el número principal indicado en el envase), sino también verificar si proporciona protección probada contra los rayos UVA. Es recomendable elegir protectores solares con un índice de protección más alto y aquellos que contengan ingredientes destinados a mejorar las lesiones incipientes.1
Referencias
1. |
Hospital Universitari Sagrat Cor. Léntigos solares: prevención y tratamientos. Referencia. Barcelona, España: Dermatología; 2019. |
2. |
Gómez A. Fotoexposición y enfermedad. Farm Prof. 2008;22(7):37-41. |
3. |
Sánchez J. Lentiginosis mucocutáneas. Piel. 2008;23(7):356-366. |
4. |
Lozano M, Romero M. Tratamientos para el manejo de léntigos solares en medicina estética. Revisión de la literatura. Tesis para máster. Barcelona: Universidad de Barcelona, Formación continua; 2020. |
5. |
Mazzei M. ¿Lentigo solar vs lentigo maligno? No es nevo. Actas Dermosifiliogr. 2016;107(6):451-453. |