El manejo adecuado del control del dolor de cualquier procedimiento quirúrgico representa un gran desafío para el profesional de la salud, ya que la analgesia representa un factor importante del que depende un procedimiento de éxito.
Esta puede resultar difícil de lograr debido a que no sólo intervienen factores dependientes del acto quirúrgico, como la localización, el tiempo de trabajo, el tipo de incisión y la agresión quirúrgica por manipulación de la zona; si no también variables dependientes del paciente, que pueden ser físicas y psicológicas y que se encaminan principalmente a su propia percepción del dolor.
El dolor es definido como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial” de acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), quien propuso esta definición en el año 2020.
El manejo oportuno del control del dolor posoperatorio es sin duda uno de los desafíos de mayor relevancia posterior al acto quirúrgico, pues no sólo se trata de un estado de mayor comodidad para el paciente convaleciente, sino también que en el correcto tratamiento analgésico se descarga la importancia de reducir complicaciones de manifestación sistémica y disminuir la morbimortalidad.
Además, ayuda al paciente a reducir su estancia hospitalaria y a reincorporarse a la brevedad a sus actividades cotidianas. De acuerdo con un estudio elaborado por Ekstein et al., se informó que el dolor posoperatorio, más intenso en procedimientos tales como colecistectomías, funduplicatura, hernioplastias, resección intestinal, apendicectomías, etc. con técnica laparoscópica o laparotomía, se hacía presentes en las primeras 4 horas posteriores al procedimiento quirúrgico, siendo necesaria un 33% más de medicación analgésica;
en comparación, el dolor severo se intensificó después de 9 horas en los sujetos laparotomizados, quienes usaron más analgésicos.1 Las intervenciones realizadas con cirugía laparoscópica pueden ocasionar dolor de moderado a severo posterior a la cirugía.
Ese grado de intensidad dependerá de la presión ejercida por el neumoperitoneo, la velocidad de insuflación, así como el volumen de gas residual, y puede hacerse presente a nivel de la pared abdominal (principalmente si el procedimiento se trató de una cirugía abierta), visceral o referido al hombro subsecuente a una irritación del diafragma ocasionada por el CO2
El dolor visceral se puede hacer presente en el primer día y este suele ser más intenso y molesto que el ocasionado en la pared abdominal. Es frecuente que el control del dolor posoperatorio sea inefectivo, pues el 69% de los pacientes experimenta dolor posoperatorio severo que provoca malestar y un incremento en el estrés del paciente. Es por ello que se exhorta a un análisis exhaustivo con el objetivo de realizar una correcta elección del analgésico óptimo utilizando como premisa la selección y uso racional de medicamentos.
Con los años, se ha adoptado un concepto que avala que la elección del método de alivio del dolor posoperatorio debe partir de la llamada analgesia multimodal. E
s decir, la combinación de dos o más fármacos y/o métodos analgésicos, con la finalidad de reducir las dosis administradas, potenciar la analgesia y disminuir los efectos colaterales. Los fármacos más frecuentes para la terapia analgésica posoperatoria son los analgésicos opiáceos, los cuales son limitados dado el incremento en la incidencia de efectos adversos relacionados con dosis efectivas, y los no opiáceos, los cuales tienen una mayor aceptación en la terapia del dolor debido a que se presentan menos efectos adversos y de menor severidad.
Ketorolaco es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) perteneciente a la familia de los derivados heterocíclicos del ácido acético; es utilizado como antipirético, antiinflamatorio y tiene un gran poder analgésico comparable con meperidina y morfina.
Actúa inhibiendo reversiblemente la síntesis de proslaglandinas, tiene una biodisponibilidad del 90% por vía oral y del 100% por vía intramuscular. Su unión a proteínas plasmáticas es del 99% y únicamente 40% de la dosis es metabolizada en el hígado, dando lugar a metabolitos prácticamente inactivos.
Realiza su distribución de manera selectiva en el organismo. Su acción analgésica se hace presente pasados los 10 minutos de su administración IM o de 30 minutos a 1 hora por vía oral. Alcanza su efecto máximo de 1 a 3 horas posteriores a su administración IM manteniendo su efecto analgésico durante 6 a 8 horas, teniendo una vida media de 4 a 6 horas y posteriormente se elimina el 93% de su composición a través de la orina. Es un fármaco ideal para el control del dolor posoperatorio, cuya dosis recomendada en administración hospitalaria es de 30 mg por vía endovenosa cada 8 horas durante 2 días
REFERENCIAS
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Oriol-López SA, Hernández-Bernal CE, Aguilar-Juárez MI, et al. Tratamiento del dolor postoperatorio
en cirugías abdominales laparoscópicas con dexketoprofeno trometamol comparado con ketorolaco trometamina. Rev Mex Anest 2018;41(2):96-104.
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Miranda Herrera O, Lorelay Hernández Nava D, Larreta Guti AG. Control del dolor posoperatorio. Blog de Medical Expo, 2021.
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Rosa-Díaz J, Navarrete-Zuazo V, Díaz-Mendiondo M. Aspectos básicos del dolor postoperatorio
y la analgesia multimodal preventiva. Rev Mex Anest 2014;37(1):18-26.
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Rivera-Ordoñez, A. Dolor agudo postoperatorio. Taller: Terapia analgésica con infusión continua. Rev. Mex Anestesiol 2016;39(Supl. 1):S174-S177