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14 ene 2025

Malpighi y la invención del microscopio

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La invención de una de las mejores herramientas que han favorecido el desarrollo de la medicina, es el microscopio, que abrió nuevos puntos de partida en dirección del mundo invisible, así como el telescopio de Galileo proporcionó una idea del vaso infinito de la astronomía. 


 


 

El microscopio fue desarrollado por el fabricante de lentes neerlandés Zacharias Janssen alrededor del año 1590. Sin embargo, existe cierta controversia sobre si fue él o su padre, Hans Janssen, quien hizo los primeros experimentos. Estos primeros microscopios eran compuestos (con más de una lente) y podían ampliar objetos unas pocas decenas de veces.


 


 

El más antiguo de los microscopistas fue el sabio sacerdote jesuita Athanasius Kircher (1602-1680), oriundo de la pequeña ciudad alemana de Fulda, quien fue matemático, físico, óptico, orientalista, músico y virtuoso en otros menesteres, así como médico. Kircher fue el primero en emplear el microscopio para investigar las causas de la enfermedad. En su Scrutinium pestis (Roma, 1658), no sólo detalló siete experimentos sobre la naturaleza de la putrefacción, y revelo cómo los gusanos y otros organismos vivos se desarrollaban al entrar en descomposición la materia, sino que encontró que la sangre de los pacientes con peste se encontraba llena de infinidad de “gusanos” no perceptibles a simple vista, que se podían ver en la materia en estado de putrefacción por medio del microscopio. 


 


 

Si bien estos “gusanos” de Kircher, según lo señaló en su momento Loeffler, probablemente no eran otra cosa que células de pus o columnas de eritrocitos, puesto que no podría haber visto el bacilo de la peste con un microscopio de 32 diámetros de aumento, sin embargo, queda dentro de lo posible que haya sido el primero en observar los microorganismos de mayor tamaño, e indudablemente fue el primero en señalar en términos explícitos la doctrina del contagium animatum como causal de las enfermedades infecciosas. 

 

 

Otro investigador inicial con el microscopio fue Robert Hooke (1635-1703), genio mecánico que se anticipó a muchos descubrimientos en invenciones modernos, y que reclamaba la prioridad de todo lo que se conoció en el periodo en que él vivió. La Micrographia de Hooke (Londres, 1665) contiene magníficos grabados que ilustran la histología vegetal y la primera referencia en la ciencia a las “pequeñas cajas o células distintas una de otra”, que revelaba el microscopio en estas estructuras.  


 


 

Gran microscopista fue también Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723), de Delft (Países Bajos), comerciante en paños y criado de la alcaldía de la ciudad, quien dedicó su tiempo libre al estudio de la historia natural. Poseía alrededor de 247 microscopios con 419 lentes, la mayoría de las cuales fueron talladas y pulidas por él mismo. Durante su larga vida envió hasta 375 estudios o documentos científicos a la Sociedad Real y 27 a la Academia de Ciencias Francesa. Sus Ontledengen en Ontdekkingen (Leyden, 1696), contienen además de una vasta cantidad de trabajos sobre insectos e histología de las plantas, muchos descubrimientos de capital importancia para la medicina. En 1647 hizo una descripción detallada de los espermatozoides (al parecer, de su propio semen); dio además detalles completos de los eritrocitos (1674), descubrió las características estriadas del músculo de la vía de relación, el sarcolema y la estructura del cristalino. Fue el primero en observar protozoarios bajo el microscopio (1675), encontró microorganismos en los dientes, dio por vez primera una relación exacta de las cadenas microbianas y demostró las anastomosis capilares entre arterias y venas, a las que Malpighi había dado poca importancia. 

 


 

Sin embargo, el más grande de los microscopistas fue Marcelo Malpighi (1628-1694), considerado como el padre y fundador de la histología, quien fue profesor de anatomía en Bolonia, Pisa y Mesina, y médico del Papa Inocente XII, quien lo acogió en Roma con todos los honores. Afamado en la biología por sus trabajos sobre la anatomía del gusano de seda y la morfología de las plantas, hizo época en la medicina por sus investigaciones acerca de la embriología del pollo y la histología y fisiología de las glándulas y vísceras. Los 12 grabados que acompañan a las memorias enviadas a la Sociedad Real, De formatione pulli in ovo (1673) y De ovo incubato, lo convierten en el fundador de la embriología descriptiva o iconográfica, que sobrepasó a todos sus investigadores contemporáneos sobre el tema, por la exacta anotación de minucias tales como los arcos aórticos, el pliegue cefálico, la hendidura neural, las vesículas cerebrales y las ópticas. 

 


 

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Marcelo Malpighi

https://en.wikipedia.org/wiki/Marcello_Malpighi 


 


 

Malpighi describió los eritrocitos en 1665 (siete años después de Swammerdam), señalando que eran “glóbulos de grasa que parecen un rosario de coral rojo”. Descubrió la rete mucosum o capa de Malpighi de la piel, y demostró que las papilas de la lengua son los órganos del gusto. 


 


 

Quizá su obra más grande fue De pulmonibus (1661), que echó por tierra los conceptos corrientes de los tejidos pulmonares como “parenquimatosos”, porque demostraban su verdadera naturaleza vesicular, las anastomosis capilares entre las arterias y venas, y cómo la tráquea termina en los filamentos bronquiales. De su descubrimiento de los capilares (1660), Fraser Harris señaló que “Harvey convirtió su existencia en una necesidad lógica y Malpighi hizo de ellos una certidumbre histológica”. 


 


 

Su trabajo sobre la estructura del hígado, del bazo y de los riñones (1666) hizo mucho por el progreso del conocimiento fisiológico de estas vísceras, y su nombre ha sido eponímicamente conservado en los cuerpos de Malpighi del riñón y del bazo. Este libro contiene también la primera descripción de las formaciones linfadenomatosas, que fueron descritas después por Hodgkin en 1832 y que Wilks, en 1856, llamó enfermedad de Hodgkin o seudoleucemia. 


 


 

Sin embargo, la vida privada de Malpighi fue amargada por los rudos ataques personales de su colega y antiguo amigo de Pisa, Giovanni Alfonso Borelli, y por una antigua querella entre su familia y el clan vecino del ominoso y significativo nombre de Sbaraglia. Como en el caso de Harvey y de John Hunter, algunos de sus mejores trabajos se perdieron para la posteridad por la criminal destrucción de valiosos manuscritos. 


 


 

Como personalidad, Malpighi fue de naturaleza gentil, simpática y de mente equilibrada, y entre los enfermos, un paciente y devoto asclepíade. La memoria de Malpighi ha sido calificada como de dulzura y luz; por su capacidad para la observación aguda, confirma además la nota del poeta y filósofo Henry David Thoreau de que “las leyes del universo se encuentran siempre de parte del más sensible”.


 

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