La actividad física es fundamental para el equilibrio calórico, el control del peso corporal y la prevención de la obesidad, por lo que es recomendable para todas las edades. Sin embargo, una actividad física intensa ha supuesto la aparición de alteraciones con trasfondo alérgico, como la rinitis, asma, urticaria e incluso anafilaxia. Por ejemplo, en atletas con rinitis, la exposición a mayores niveles de alérgenos y/o contaminantes transportados por el aire durante los periodos de entrenamiento o en la competencia puede aumentar la probabilidad de desarrollar síntomas respiratorios inducidos por el ejercicio. Los objetivos del manejo de esta alteración incluyenevitar la exposición a niveles máximos de alérgenos y contaminantes relevantes; la reducción de los síntomas y mejora de la función nasal para minimizar los efectos negativos sobre el rendimiento deportivo y el riesgo de asma inducida por el ejercicio; y terapias que no afecten el rendimiento deportivo. Además de medicamentos tradicionales, se dispone de una solución nasal que contiene iones activos en una solución de superoxidación y puede aplicarse tópicamente para descongestionar, hidratar, limpiar y fortalecer los conductos nasales.
Palabras clave: deportes, alergia, rinitis, alérgenos, infecciones, solución nasal
Abstract Physical activity is essential for caloric balance, body weight control and obesity prevention; it is recommended for all ages. However, intense physical activity has led to the appearance of alterations with an allergic background, such as rhinitis, asthma, urticaria and even anaphylaxis. For example, in athletes with rhinitis, exposure to increased levels of allergens and/or airborne pollutants during periods of training or competition may increase the likelihood of developing exercise-induced respiratory symptoms. The objectives of managing this alteration include avoiding exposure to maximum levels of relevant allergens and contaminants; the reduction of symptoms and improvement of nasal function to minimize the negative effects on sports performance and the risk of exercise-induced asthma; and therapies that do not affect sports performance. In addition to traditional medicines, a nasal solution that contains active ions in a superoxidizing solution is also available and can be applied topically to decongest, hydrate, cleanse, and strengthen the nasal passages. Keywords: sports, allergy, rhinitis, allergens, infections, nasal solution Introducción Se considera actividad física (AF) a cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija un gasto de energía. Se ha comprobado que un nivel adecuado de AF regular en los adultos se relaciona con una reducción en el riesgo de padecer hipertensión, cardiopatía coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon, depresión y caídas. Además, se afirma que mejora la salud ósea y funcional.1 Por ser un determinante clave del gasto energético, la AF es fundamental para el equilibrio calórico, el control del peso corporal y la prevención de la obesidad. El ejercicio físico es una variedad de AF planificada, estructurada, repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o mantenimiento de la aptitud física. Tanto a nivel individual como en forma grupal, puede incluirse el sentido de competencia en la práctica deportiva, pudiéndose observar distintos grados de exigencias y rendimientos. Su máxima expresión es el deporte de alto rendimiento, donde los requerimientos físicos, psicológicos y sociales la ubican en un apartado especial dentro de la AF.1 En términos generales, aumentar el nivel de AF es una necesidad social, no solo individual. Por lo tanto, exige una perspectiva poblacional, multisectorial, multidisciplinaria y culturalmente idónea. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la realización de AF en todas las edades, desde niños y adolescentes hasta mayores de 65 años, aunque adaptada a las posibilidades de cada persona y con la intención de prevenir enfermedades, promover conductas saludables y ayudar al control de diversas enfermedades crónicas.1 Sin embargo, en la sociedad actual en la que se ha insistido en los beneficios de la AF y el deporte, el incremento gradual de estas prácticas, junto con la alta prevalencia de la patología alérgica en los sectores de la población con mayor actividad física, ha supuesto la aparición de síndromes de trasfondo alérgico, en ocasiones subclínicos, que solo se manifiestan en quienes practican ejercicio físico.2 Son varias las entidades que pueden verse inducidas o exacerbadas debido al ejercicio, entre las que destacan la rinitis, asma, urticaria e incluso el llamado síndrome de anafilaxia (cuadro 1), que constituye la forma más grave de una reacción de hipersensibilidad inmediata de tipo I dependiente de IgE.2
Trastorno
Manifestaciones clínicas
Rinitis
Rinorrea, congestión nasal y estornudos
Asma
Disnea, tos y opresión torácica, con o sin sibilancias
Urticaria
Habones puntiformes, prurito
Anafilaxia
Habones habitualmente grandes y coalescentes, angioedema, afectación gastrointestinal, broncoespasmo, hipotensión y colapso vascular
Cuadro 1. Trastornos alérgicos que pueden ser inducidos por el ejercicio.2
En esta revisión, por la extensión de los distintos temas involucrados, nos centraremos solo en la rinitis desencadenada o exacerbada por el ejercicio en distintos grupos etarios.
Sistema inmunitario y ejercicio La actividad física tiene efectos en varios sistemas del cuerpo, incluyendo el cardiovascular, respiratorio, osteomuscular, endocrino, inmunitario y psicológico. La intensidad y duración de la actividad física, especialmente en el deporte competitivo, pueden generar estrés y afectar el sistema inmunitario.1 Desde los trabajos de Larrabee en 1902 se han estudiado los efectos de la actividad física sobre el sistema inmunitario. Estos efectos pueden ser positivos, como mejorar la respuesta inmunitaria y prevenir enfermedades crónicas y agudas, o negativos, como el hecho de que aumente la susceptibilidad a infecciones respiratorias y desencadenar síntomas de enfermedades respiratorias, dermatológicas o incluso anafilaxia.1 La AF y los ejercicios aeróbicos vigorosos de corta duración (esfuerzos físicos que no superen el 60% del consumo de oxígeno calculado para cada individuo y de la reserva cardiaca, con una duración de AF inferior a 60 minutos) han demostrado una mejoría en la actividad de vigilancia inmunitaria de los macrófagos tisulares, que ocurre en paralelo con una mejoría en la recirculación de inmunoglobulinas, citocinas antinflamatorias, neutrófilos, células NK, células T citotóxicas y células B inmaduras. Los ejercicios de corta duración movilizan preferentemente células NK y linfocitos T CD8+, que muestran una alta citotoxicidad y potencian la migración tisular. Además, las hormonas del estrés, las cuales podrían suprimir la función inmunitaria celular, y citocinas proinflamatorias que indican actividad metabólica intensa, no aumentan de manera significativa cuando se realizan ejercicios moderados. Si esta AF se mantiene a intervalos regulares y por periodos prolongados, el incremento selectivo de linfocitos y citocinas mejoran la vigilancia inmunitaria y atenúan los procesos inflamatorios sistémicos, obteniéndose beneficios clínicos en personas obesas o con enfermedades crónicas. También, a nivel metabólico, el ejercicio moderado induce la liberación rápida de diversas citocinas, sobre todo IL-6, la cual ejerce un efecto antinflamatorio directo, mejorando el metabolismo de la glucosa y los lípidos. Esto demuestra la profunda interrelación entre los cambios metabólicos y la respuesta inmunitaria que se registra con la actividad física.1 En contraste, la práctica deportiva de alta intensidad y duración puede tener un impacto negativo sobre la salud y disminuir la función inmunitaria. Estos efectos se deben a cambios en los metabolitos, mediadores lipídicos y proteínas que afectan la respuesta inmunitaria, reduciendo la capacidad de las células para combatir infecciones. Esta disfunción temporal justifica el aumento de infecciones después de realizar esfuerzos físicos intensos, en especial en el tracto respiratorio. Factores de riesgo para ello incluyen ser mujer, tener depresión y ansiedad, entrenamientos intensivos y largas fluctuaciones, viajes internacionales, competir en eventos durante el invierno, falta de sueño y una dieta baja en calorías.1 Rinitis La rinitis se define como una enfermedad inflamatoria del revestimiento mucoso de la nariz, caracterizada por picazón, estornudos, rinorrea y/o drenaje posnasal, congestión nasal y anosmia ocasional. La rinitis también suele ir acompañada de síntomas oculares (rinoconjuntivitis) y molestias en los oídos o garganta.4 Si bien esta alteración por lo general se considera una enfermedad clínicamente benigna, se ha relacionado cada vez más con otros trastornos respiratorios como el asma bronquial. Además, la rinitis suele ser una afección debilitante que interfiere en forma significativa con la calidad de vida y la actividad de los pacientes, incluida la práctica deportiva. También tiene un impacto económico relevante en términos de tratamiento farmacológico, visitas al médico y pérdida de productividad laboral.4 La rinitis puede clasificarse, según su etiología, en rinitis alérgica, mediada por inmunoglobulina E (IgE) y rinitis no alérgica(cuadro 2); o según su presentación clínica, en rinitis intermitente y persistente, con síntomas leves o síntomas moderados/graves (clasificación de la rinitis alérgica y su impacto en el asma, ARIA; cuadro 3). Hoy en día, la rinitis alérgica es la afección alérgica humana más común y se calcula que afecta a entre el 10 y 26% de la población general, habiendo evidencia epidemiológica de que un mayor número de atletas de élite también se ven afectados por esta alteración.4
No alérgica no infecciosa (algunas rinitis comunes o rinitis “vasomotora”)Rinitis no alérgica con eosinofiliaRinitis inducida por el ejercicioRinitis inducida por fármacosRinitis ocupacional (algunos casos)Rinitis infecciosaRinitis hormonalRinitis gustativa
Cuadro 2. Clasificación etiológica de la rinitis.4
Intermitente
Persistente
Leve
Moderada-grave
Menos de: 4 días/semana o 4 semanas
Más de: 4 días/semana y 4 semanas
Ausencia de los siguientes síntomas: Sueño anormal Trabajo y escuela anormalesDeterioro de las actividades diarias, el deporte, el ocioSíntomas molestos
Presencia de cualquiera de los síntomas antes descritos
Fisiología y fisiopatología nasal durante el ejercicio La nariz tiene dos funciones básicas: olfativa y respiratoria. Una de sus funciones fisiológicamente relevante es el acondicionamiento del aire inspirado, por ejemplo, la filtración, humidificación y calentamiento del aire inhalado antes de que alcance el tracto respiratorio inferior para el intercambio de gases en los pulmones. Esta función acondicionadora depende sobre todo de los vasos sanguíneos y las glándulas nasales y está regulada por reflejos del sistema nervioso autónomo que se alteran con facilidad ante la presencia de una inflamación nasal crónica.4 Los reflejos autónomos habitualmente mejoran la eficiencia nasal durante el ejercicio; los ejercicios dinámicos (isotónicos) reducen la resistencia nasal hasta en un 50% en comparación con la respiración normal debido a un aumento en el tono simpático nasal, lo que provoca la constricción de los vasos sanguíneos nasales por medio de la estimulación de los receptores adrenérgicos α. Los ejercicios isométricos producen pocos efectos nasales en personas normales, pero inducen un claro aumento de la resistencia nasal en los riníticos. La respuesta normal al ponerse de pie es también una reducción de la resistencia nasal, pero tal respuesta está ausente en pacientes con rinitis alérgica o no alérgica. Por otro lado, el aire frío o el contacto nasal con agua inducen hipersecreción glandular y secreción nasal en personas normales (bajo control parasimpático) y esta respuesta se incrementa en pacientes con rinitis, en paralelo con un aumento significativo en la resistencia de las vías respiratorias nasales.4 Además, durante el entrenamiento regular, los atletas están expuestos repetidamente a alérgenos, aires fríos y contaminantes y estos pueden tener un efecto significativo en sus enfermedades alérgicas y fisiología respiratoria. Por ejemplo, la obstrucción nasal de la rinitis cambia el patrón normal de respiración nasal a respiración oral, lo que aumenta la exposición de las vías respiratorias inferiores a alérgenos, contaminantes u otros factores ambientales adversos (p. ej., aire frío y seco).4 Aunque algunos atletas experimentan una mejoría en la rinitis con el ejercicio (por un aumento del tono simpático nasal), la rinitis puede empeorar bajo ciertas condiciones: exposición a alérgenos e inhalación de irritantes (ozono o partículas), especialmente durante el ejercicio al aire libre. Los atletas también pueden experimentar un empeoramiento de la rinitis debido a las condiciones climáticas, como el aire frío o seco. Las anomalías estructurales nasales, por ejemplo, por un traumatismo derivado de la práctica deportiva, también pueden provocar rinitis.4 El ejercicio induce la modulación en los sistemas inmunitarios innatos y adaptativos, que dependen de la defensa del huésped, el grado de actividad y la susceptibilidad a enfermedades. Esto podría explicar por qué en algunos casos parece haber una posible susceptibilidad de los atletas de élite a la infección, concretamente a la infección del tracto respiratorio superior.5 En una declaración de posición reciente con respecto a la función inmunitaria y el ejercicio, Walsh et al. propusieron que, en sujetos jóvenes sanos que ya poseen excelentes respuestas inmunitarias, un aumento en la actividad física podría no ser beneficioso para la respuesta del sistema inmunitario e inducir susceptibilidades a enfermedades inmunitarias, como enfermedades autoinmunes o alergias. De hecho, es posible que los episodios de infección autoinformados no estén relacionados con la infección per se, sino con síntomas relacionados con la alergia. Por otro lado, los efectos positivos del entrenamiento físico sobre la función inmunitaria se observan con mayor frecuencia cuando esta función es subóptima, como sucede en las personas mayores.5 También hay datos inmunológicos de que el entrenamiento físico puede conducir a una polarización de los linfocitos T auxiliares hacia el fenotipo Th2, que se sabe que media en la respuesta alérgica. Los deportistas y las personas que realizan ejercicio físico al aire libre con regularidad en el entorno urbano constituyen una población específica en riesgo de padecer rinitis alérgica. Existe evidencia que indica una mayor incidencia de broncoespasmo y atopia inducidos por el ejercicio en atletas altamente entrenados en comparación con controles no atléticos.5 Los atletas, como cualquier otro miembro de la sociedad, tienen problemas relacionados con la nariz. La posición prominente en la cara somete a la nariz a traumatismos frecuentes, que es probablemente el evento más común que causa molestias nasales. La rinitis alérgica, ya sea estacional o perenne, también puede causar problemas con la función nasal según el tipo y la cantidad de exposición al alérgeno. La rinitis, sin embargo, puede ser causada por otros factores o estar asociada con ellos, como puede ser una infección (proceso inflamatorio), una rinitis eosinofílica no alérgica, inestabilidad vasomotora (rinitis vasomotora o rinitis perenne no alérgica), rinitis medicamentosa, mastocitosis nasal, poliposis nasal, anomalías endocrinas u hormonales, atrofia de la mucosa y cuerpos extraños.6 En atletas con rinitis, la exposición a mayores niveles de alérgenos y/o contaminantes transportados por el aire durante los periodos de entrenamiento o en la competencia puede aumentar la probabilidad de desarrollar síntomas respiratorios inducidos por el ejercicio. Este es el caso de los atletas alérgicos al polen o al moho que practican deportes al aire libre y hacen ejercicio durante o justo después de las temporadas altas de alérgenos, o aquellos que entrenan o compiten en entornos urbanos (ciclismo, maratón, jogging). De hecho, los principales eventos deportivos, como los Juegos Olímpicos de verano y los campeonatos de fútbol, suelen programarse para fines de la primavera y principios del verano, en o alrededor de los principales entornos urbanos donde aumentan los niveles de polen, esporas de moho y contaminantes atmosféricos (como el ozono o las partículas de escape de diésel).4 La rinitis alérgica es un problema común entre los atletas, pero solo la mitad de ellos toma medicamentos para su tratamiento. Los atletas de resistencia y mujeres son más propensos a tomar medicamentos para el tratamiento de alergias. La reducción de la exposición a alérgenos es la prioridad para los atletas con rinitis alérgica. Los atletas recreacionales pueden ser guiados por la participación en deportes y conocimiento de los riesgos de la exposición para adaptar sus actividades de acuerdo con sus necesidades. Por ejemplo, se recomienda evitar la exposición a polen en el aire al hacer actividades al aire libre durante las estaciones en las que hay alta concentración de estos elementos.3 Ahora bien, se ha concluido que las actividades deportivas son favorables para mantener una buena salud y prevenir enfermedades no transmisibles, en los niños en particular, y que la actividad física resulta fundamental para el crecimiento y desarrollo a largo plazo. Sin embargo, avances recientes acerca de los mecanismos inmunológicos han demostrado que tanto la inmunidad innata como la adquirida están influenciadas por el ejercicio, lo que podría resultar en algunos casos en la inducción de síntomas alérgicos. También se ha demostrado que varios factores extrínsecos e intrínsecos pueden afectar las condiciones respiratorias de estos pequeños deportistas.7 Se ha registrado que la prevalencia de la rinitis alérgica ha ido en aumento entre los niños, lo cual se traduce en importantes cargas sociales, emocionales y financieras tanto para los niños como para sus familias. Además, la rinitis alérgica se asocia con el asma, altera el control del asma y podría representar un predictor de la aparición posterior de sibilancias y asma en la edad adulta.
Algunos datos epidemiológicos han mostrado frecuencias más altas de síntomas de rinitis entre atletas y niños que practican ejercicio. Por ejemplo, se ha demostrado que los nadadores competitivos con entrenamiento intensivo de natación experimentan más síntomas de rinitis, aunque otros estudios han señalado lo contrario.7 Un trabajo reciente realizado en Corea analizó la asociación entre rinitis alérgica (RA), medida objetivamente, y tres intensidades de actividad física (AF vigorosa, AF moderada y caminar) en adultos, utilizando datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de Corea (KNHANES). En este trabajo, que tuvo un carácter nacional, la rinitis alérgica se asoció con la AF según la clasificación de RA y el tipo de AF (es decir, la realización regular de AF vigorosa se asoció con un agravamiento subjetivo y objetivo de los síntomas de RA). Si bien los autores señalaron la necesidad de contar con más estudios para validar esta relación, los médicos y los pacientes con RA pueden considerar la AF vigorosa como un factor de riesgo potencial para el agravamiento de los síntomas de la RA y modificar su intensidad para evitar el agravamiento de sus síntomas, como puede ser el hecho de realizar una AF menos vigorosa o mejorar el cumplimiento de la exposición ambiental a los alérgenos, medida potencial para evitar el desarrollo de RA.8 Manejo de la rinitis en deportistas Los objetivos de un plan de manejo para atletas con rinitis (ver cuadro 4) incluyen el reconocimiento y diagnóstico temprano para evitar la exposición a niveles máximos de alérgenos y contaminantes relevantes; la reducción de los síntomas y mejora de la función nasal para minimizar los efectos negativos sobre el rendimiento deportivo y el riesgo de asma inducida por el ejercicio; y terapias que no afecten el rendimiento deportivo y que cumplan con las normas antidopaje de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Debe señalarse que los fármacos que suelen prescribirse deben ser valorados previamente por un médico calificado, según cada caso, e incluyen antihistamínicos, glucocorticoides (prohibidos para competiciones), leucotrienos, anticolinérgicos e incluso inmunoterapia.4
Evitar la exposición al grado máximo de alérgenos y contaminantes relevantes.
Reducir los síntomas y mejorar la función nasal para minimizar los efectos negativos sobre el rendimiento deportivo y el riesgo de asma inducida por el ejercicio.
Usar terapias de acuerdo con las pautas de la práctica, que no afecten el rendimiento deportivo y cumplan con las normas antidopaje.
Cuadro 4. Plan de manejo de rinitis para atletas.4 En términos generales, en las personas que practican ejercicio debe promoverse el control ambiental de los alérgenos relevantes, siempre que sea factible, tanto en el hogar como en los entornos en donde se realiza la actividad física, incluida la mejora de los sistemas de ventilación de piscinas y pistas de hielo, para reducir la contaminación química interior.4 En los atletas que entrenan o compiten al aire libre, a menudo es imposible evitar el polen debido a su naturaleza ubicua, pero el uso de equipos faciales adecuados (gafas de policarbonato y máscaras faciales) y seguir las previsiones de polen, pueden minimizar la exposición a los niveles máximos de alérgenos. Las personas alérgicas deben evitar el entrenamiento al aire libre durante las horas de alerta máxima de polen, ozono o contaminación del aire.4 Un dilatador nasal externo, colocado sobre el ala nasal externa, se ha vuelto popular entre los atletas. Aunque puede ser útil en atletas con obstrucción nasal estructural, estudios recientes han demostrado que, en algunos voluntarios normales, un dilatador externo endurece las paredes laterales del vestíbulo nasal, lo que reduce la energía requerida para la ventilación nasal durante el ejercicio.4 La solución nasal que contiene iones activos en una solución de superoxidación puede aplicarse tópicamente para descongestionar, hidratar, limpiar y fortalecer los conductos nasales; resulta útil como coadyuvante en el tratamiento de las rinitis alérgicas. Es una fórmula que resulta incluso auxiliar en las infecciones del virus de la influenza, evitando su diseminación. Esta solución contiene como ingrediente activo especies activas de cloro y oxígeno, así como un elevado potencial REDOX (ORP). Inactiva virus al contacto por rotura de sus enlaces y desnaturalización de componentes estructurales de envolturas y cápsides, evitando su entrada a la célula huésped, previniendo la infección. En contacto con bacterias, hongos y esporas, induce daño oxidante al depredar electrones de sus estructuras externas, causando rotura de enlaces químicos, extravasado del contenido intracelular y lisis osmótica, desencadenando desequilibrio en los procesos vitales del microorganismo y su inactivación. Adicionalmente, el daño ocasionado sobre la superficie del patógeno puede permitir la entrada de las especies activas de cloro y oxígeno, que oxidan estructuras y sustratos internos, coadyuvando a su eliminación.9 Referencias
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