24 jul 2024
Piperidolato es un medicamento anticolinérgico utilizado para tratar la amenaza de aborto y el parto pretérmino. Funciona relajando el músculo liso uterino, lo que reduce las contracciones prematuras. Se emplea para prevenir la amenaza de aborto antes de la semana 22 de gestación, así como para suprimir las contracciones regulares antes de las 37 semanas para prolongar el embarazo en casos de amenaza de parto pretérmino. Este artículo tiene como objetivo revisar y analizar desde el punto de vista ginecoobstétrico los diversos aspectos relacionados con la amenaza de aborto y el parto pretérmino con el fin de proporcionar una guía esencial y actualizada que contribuya a mejorar la práctica clínica y los resultados maternofetales.
Palabras clave: piperidolato, amenaza de aborto, parto pretérmino, progesterona
Abstract
Piperidolate is an anticholinergic medication used to treat the threat of miscarriage and preterm labor. It works by relaxing the uterine smooth muscle, thereby reducing premature contractions. It is employed to prevent the threat of miscarriage before the 22nd week of gestation, as well as to suppress regular contractions before 37 weeks to prolong pregnancy in cases of threatened preterm labor. This article aims to review and analyze, from an obstetrical and gynecological perspective, various aspects related to the threat of miscarriage and preterm labor, in order to provide an essential and updated guide that contributes to improving clinical practice and maternal-fetal outcomes.
Keywords: piperidolate, threat of miscarriage, preterm labor, progesterone
Introducción
El embarazo es un proceso fisiológico normal en que las intervenciones que se ofrezcan necesariamente deben tener beneficios aceptables y evidentes. Estas intervenciones van desde información sobre el embarazo y atención prenatal hasta diagnóstico y tratamiento de complicaciones específicas que pueden presentarse durante la gestación y que representan un riesgo tanto para la madre como para el producto. Este es el caso de la amenaza de aborto y el parto pretérmino.1
La amenaza de aborto y el parto pretérmino representan dos de las complicaciones más frecuentes y preocupantes durante el embarazo, con implicaciones significativas tanto para la salud materna como para la neonatal. Desde un enfoque clínico, la identificación temprana y el manejo adecuado de estos eventos son cruciales para mejorar los resultados perinatales y reducir la morbilidad y mortalidad asociadas. La amenaza de aborto se define como la presencia de sangrado transvaginal que puede o no acompañarse de dolor abdominal, así como de ausencia de dilatación cervical, antes de las 22 semanas de gestación. La amenaza de aborto temprana es aquella que se presenta en un embarazo de menos de 14 semanas de gestación. Afecta a entre el 20 y el 25% de los embarazos reconocidos clínicamente. Esta condición provoca gran ansiedad en las pacientes y requiere una evaluación clínica minuciosa para determinar el riesgo real de aborto espontáneo y establecer el manejo adecuado.1
Por otro lado, el parto pretérmino, definido como el nacimiento que ocurre antes de las 37 semanas de gestación, es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad neonatal en todo el mundo, por lo que constituye un grave problema de salud pública. Existen diversos factores de riesgo durante el embarazo que afectan la prevalencia del parto pretérmino. La prevención y el tratamiento del parto pretérmino son desafíos constantes en la práctica ginecológica, requiriendo un abordaje multidisciplinario y el uso de estrategias terapéuticas tanto farmacológicas como no farmacológicas.2
Amenaza de aborto
La amenaza de aborto es una de las complicaciones obstétricas más frecuentes y es la complicación más común en el embarazo temprano. Suele manifestarse por la presencia de sangrado transvaginal, con o sin dolor abdominal, así como ausencia de dilatación cervical antes de la semana 22 de gestación. Tiene una frecuencia reconocida en mujeres de 20 a 30 años de edad de 9 a 17%. Esta complicación obstétrica frecuente se presenta en uno de cada cinco embarazos, de los cuales entre 3 y 6% terminará en aborto.1
En alrededor de 60% del tejido recuperado de un aborto se encuentran anomalías cromosómicas, que son la causa más frecuente de esta complicación, en particular en el primer trimestre. Entre los factores de riesgo de aborto se incluyen los de tipo demográfico, del estilo de vida, clínicos y ambientales, como la edad materna (> 35 años), el índice de masa corporal (>25 kg/m2), el tabaquismo durante el embarazo y el consumo abundante de alcohol en el primer trimestre. El número previo de abortos es un importante determinante del riesgo de aborto, así como varias condiciones en la madre, lo que incluye anticuerpos antifosfolípidos, autoanticuerpos tiroideos e hipotiroidismo subclínico.3
Es importante considerar el momento del embarazo en que se presenta la amenaza de aborto, ya que diferentes causas tienden a manifestarse en diferentes periodos de la gestación y el enfoque terapéutico es distinto. Los abortos que ocurren en el primer trimestre suelen obedecer en su mayoría a anomalías cromosómicas (hasta en 70% de los casos), enfermedades maternas mal controladas, hábitos negativos en la madre o exposición a ciertos fármacos alrededor del momento de la concepción. Sin embargo, las amenazas de aborto en el segundo trimestre se relacionan con tipos específicos de anomalías uterinas, incompetencia del cuello uterino, infecciones maternas, estados trombofílicos maternos y síndrome antifosfolípido.4
La presencia de actividad uterina se ha propuesto como un factor que puede contribuir al riesgo de amenaza de aborto, por lo que la relajación de las células del músculo liso uterino tiene el potencial de reducir la motilidad uterina y el riesgo de progresión al aborto inevitable. Cuando comienza la dilatación del cuello uterino, el aborto es inevitable.1
Parto pretérmino
El parto pretérmino es la causa principal de mortalidad neonatal y una causa importante de la morbilidad a corto y largo plazo relacionada con el nacimiento. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el parto pretérmino es aquel que ocurre antes de la semana 37 y después de la 20 de edad gestacional. Suele definirse como contracciones regulares acompañadas de cambios en el cuello uterino antes de la semana 37 de gestación. A pesar de los avances en la atención obstétrica, la tasa de prematurez no ha disminuido en los últimos 40 años. Con la atención médica adecuada, la supervivencia neonatal mejora notablemente a medida que la edad gestacional aumenta, con una tasa de más del 50% de supervivencia para los neonatos de 25 semanas de gestación y de más del 90% para aquellos de 28 a 29 semanas, si bien pueden ocurrir secuelas físicas, neurológicas y del aprendizaje de gravedad variable.5 En países en desarrollo, estas cifras son de solo 10% de supervivencia.2
El parto pretérmino es una de las principales causas de mortalidad neonatal en México y constituye un importante problema de salud pública. De acuerdo con la OMS, la tasa de parto pretérmino en México es de 8.6% de los nacidos vivos. La evidencia científica sugiere que si se mantiene una estrategia de intervención temprana para identificar el riesgo de parto pretérmino y se establecen medidas oportunas para prevenirlo, podría disminuirse el parto antes de la semana 34, incluso en 45%. El recién nacido prematuro se vulnerable a complicaciones que pueden ponerlo en desventaja comparado con los neonatos a término. Estas complicaciones incluyen alteraciones del desarrollo neurológico, parálisis cerebral, convulsiones, ceguera, sordera, retinopatía del prematuro y displasia broncopulmonar.2
Aunque hay muchas características de la madre que se relacionan con el parto prematuro, la etiología en la mayoría de los casos no está clara, aunque para los casos más tempranos, la infección intrauterina está adquiriendo más importancia. Un importante factor de riesgo clínico para el parto pretérmino es la presencia de contracciones uterinas, pues se ha encontrado una asociación entre la presencia de contracciones y el parto pretérmino,5 si bien la presencia de contracciones uterinas antes del término del embarazo no siempre indica que el parto ha comenzado. Se considera que hay un pródromo de amenaza de parto pretérmino con borramiento del cuello uterino menor de 70%, dilatación cervical ≥ 2 cm y contracciones uterinas con una frecuencia de cuatro en 20 a 30 minutos o más; y amenaza activa de parto pretérmino con borramiento del cuello uterino mayor de 80%, dilatación cervical ≥ 2 y < 5 cm, cambios cervicales progresivos y contracciones con frecuencia superior a cuatro en 20 minutos u ocho en 60 minutos. Cuando el cuello uterino está borrado, la dilatación es de 5 cm y hay actividad uterina rítmica y persistente, el parto pretérmino está en curso y es muy difícil detenerlo.2
Tratamiento
Tanto para la amenaza de aborto como para el parto pretérmino, el principal objetivo del tratamiento es evitar la pérdida de la gestación. Las repercusiones de ambos pueden afectar tanto a la madre como al producto. Las investigaciones demuestran que el nivel de angustia relacionado con un aborto puede ser equivalente al de un óbito fetal e inducir trastorno de estrés postraumático;3 por su parte, el parto pretérmino puede tener consecuencias adversas prolongadas para el recién nacido, pues los prematuros tienen mayor riesgo de mortalidad y morbilidad durante la infancia, en especial durante el primer año de vida, sin contar las complicaciones de salud en este grupo de pacientes.2
La combinación de medidas farmacológicas y no farmacológicas está dirigida a inhibir o reducir la fuerza y la frecuencia de las contracciones, buscando retrasar el parto o impedir un aborto. Existen muchas intervenciones, como el reposo en cama, que tienen efectividad variable y no hay evidencias definitivas sobre su efecto sobre el curso del embarazo. En la práctica médica suele recurrirse a la combinación de fármacos con medidas no farmacológicas para continuar con el curso adecuado de la gestación y brindar estabilidad emocional a la madre.1,5
La relajación de los músculos uterinos ayuda a reducir la motilidad uterina y el riesgo de progresión a aborto inevitable o trabajo de parto activo. Dado que la presencia de actividad uterina se ha propuesto como un contribuyente potencial de amenaza de aborto o parto pretérmino, el uso de fármacos que devuelvan el tono de relajación al útero grávido representa una opción farmacológica viable.5
Piperidolato
Los fármacos anticolinérgicos bloquean de forma competitiva el efecto de la acetilcolina sobre los receptores de la musculatura lisa. Inhiben los impulsos nerviosos parasimpáticos responsables de los movimientos musculares involuntarios, como las contracciones uterinas que se presentan en la amenaza de aborto y el parto pretérmino. Los anticolinérgicos son antiespasmódicos que actúan sobre las miofibrillas del músculo liso y alivian sus espasmos o contracciones, disminuyendo la motilidad del músculo liso.6
El clorhidrato de piperidolato tiene acción anticolinérgica, con una actividad similar a la atropina, e inhibe el impulso nervioso parasimpático posganglionar. Tiene la capacidad de disminuir la motilidad del músculo liso y su potente acción espasmolítica inhibe las contracciones uterinas aumentadas en forma prematura, lo que devuelve el tono de relajación al útero grávido. Al igual que la atropina, es bien absorbido en el tracto gastrointestinal y se distribuye ampliamente después de su absorción. Por su acción espasmolítica y uterorrelajante, está indicado como coadyuvante en el tratamiento de amenaza de aborto y parto pretérmino.7
Se ha observado que piperidolato es eficaz para prevenir el inicio del parto en casos en que hay borramiento o dilatación del cuello uterino sin que la paciente se encuentre en trabajo de parto activo, pues disminuye los espasmos del músculo uterino. Se ha usado tanto como medida preventiva del parto pretérmino como en su tratamiento. En un estudio que incluyó a 21 pacientes que habían experimentado un aborto previo, la administración de piperidolato ante la dilatación prematura del cuello uterino resultó en solo un aborto.8
Progesterona
La progesterona es esencial para el establecimiento y mantenimiento del embarazo, pues prepara el recubrimiento endometrial del útero para permitir la implantación del embrión. La investigación en humanos ha demostrado que la falta de progesterona al inicio del embarazo resulta en aborto y que los fármacos antiprogesterona son poderosos inductores de aborto. La progesterona es esencial para mantener el embarazo y si sus concentraciones son bajas, el riesgo de que se pierda el embarazo es elevado, si bien hay limitaciones a su beneficio, pues en abortos causados por errores cromosómicos, su administración carece de efecto.3
La investigación básica ha demostrado que la progesterona tiene propiedades antiinflamatorias y el mecanismo primario por el que la progesterona evita el parto pretérmino es prevenir la maduración del cuello uterino.9 La progesterona inhibe la actividad uterina mediante diferentes mecanismos que disminuyen la dilatación cervical, al igual que las concentraciones de óxido nítrico y ciclooxigenasa-2, que favorecen la actividad uterina.2
Comentarios
La conservación del embarazo ante la posibilidad de un parto pretérmino o una amenaza de aborto es una prioridad para el médico que atiende a pacientes embarazadas, ya que un manejo oportuno reduce el riesgo de pérdida gestacional. Independientemente de la causa, se ha identificado que las contracciones del músculo liso del miometrio son uno de los principales mecanismos que llevan a la pérdida del embarazo. Por ello, el uso de piperidolato puede relajar la musculatura uterina y mantener la gestación. Su uso combinado con progesterona, que también inhibe la actividad del útero, es una opción terapéutica de primera línea para controlar la motilidad uterina y debe formar parte del arsenal de los profesionales que atienden a la población gestante.
Referencias
1. |
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2. |
Basilio Ayala J, Sánchez Rodríguez O, Bello de Ita A. Parto pretérmino. Guía de práctica clínica. Colegio Mexicano de Especialistas en Ginecología y Obstetricia; 2015. |
3. |
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Tien J, Tan T. Non-surgical interventions for threateded and recurrent miscarriages. Singapore Med Journal. 2007;48(12):1074. |
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da Fonseca E, Bittar R, Damiao R, Zugaib M. Prematurity prevention: role of progesterone. Current Opinion in Obstetrics and Gynecology. 2009; 21:142-147. |